Me
dices que crees,
y no
lo dudo.
La
vida es un asomo
a
muchos asuntos primordiales
que
se muestran acompañados
por
elementos variados, gustosos algunos,
descollantes
otros, accesorios los más,
que
nos incluyen
en
las apetencias
por
las que bregamos
para
intentar dar con la dicha
a la
que tenemos derecho.
Me
refieres lo que piensas,
lo
que estimas,
como
deambulas, como estás,
y
algo aprendo,
pero
lo que más me forma
es
lo que advierto, lo que contemplo,
lo
que disfruto
gracias
a ti y a tu eternidad.
Sí,
me dices estar, soñar,
mientras
realizas una existencia sencilla y útil.
No
lo dudo
porque
te sigo cada amanecer,
cada
segundo de cada jornada,
y
supero las presunciones
para
dar con la evolución misma
del
corazón y de la mente.
Eres
la mejor persona,
y hoy
me digo, con pruebas,
que
en el mejor lugar,
que
te ha hecho a conciencia.
Hablo
de esta costa nuestra
que
es punto de encuentro,
de
salida, de diversión,
de
calma, de entendimiento,
de
entrada y de salida,
de
conocimiento y de frescura,
de
emoción y de talento,
por
la autenticidad de ser y de estar.
Es
un hecho.
Me
dices que crees,
y lo
creo de verdad,
porque
tengo fe en lo que indicas
y,
sobre todo, en lo que llevas a cabo
en
este marco reiteradamente espectacular.
Juan Tomás Frutos
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