Reflejas tu ser
en mí, mientras aprendo de todos los consejos y de los hechos que compartes. Es
un buen aprendizaje. Lo que regalas viene envuelto de amor, de comprensión, de
respeto y pasión. Es imposible no formarse con tu ejemplo, que agradezco.
Nos hemos
forjado por esa intercesión que sabe a divinidad. Nos oteamos poliédricos en
tus sienes, en los instantes fermentados como esos grandes regalos que son en
la voluntad de compartir solidariamente. Nos agradecemos mucho la adicción. Es
inmensa la perspectiva.
Mostramos que la
vida tiene sentido cuando damos con personas como tú, que nos enganchan a las
reparaciones inmediatas para seguir con hermosura y buen hacer. Nos
consideramos desde el empeño global de una felicidad a la que tenemos derecho.
Nos ayudas.
Miramos tus manos,
tu rostro, y nos fijamos en los gestos que destacan el comportamiento de toda una
historia soberbia. Sumas con lo que haces, con lo que glosas, mientras nos
subimos al dictado de razón, que nos supera con el trazado de tus palabras, que
también se apegan a lo humano.
La cara de
bondad es el telescopio de un alma especial que cuida y sana con una premisa
extrema de salvar al conjunto para que lo individual tenga cabida. Es una
actitud noble, la tuya, y por eso la seguimos tantos y tantos. Sé que eres un
acierto, porque en ti, en tu postura, en tus dones, hay futuro.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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