Nos recordaremos
del mejor modo, procurando aprender de todo lo que hicimos, e incluso de lo que
quedó en el tintero. Cada punto tiene su tiempo. Unas cosas funcionan, y otras
no, por mil razones, sin duda. Relativicemos.
No nos ahoguemos
por lo que pudo haber sido. La mirada hacia atrás produce dolor de cuello y una
óptica tan malvada como inútil. Tomemos impulso sin rompernos en mil pedazos.
La nada es nada: no lo olvidemos.
Debemos
sentarnos sobre las bases de la experiencia, pero sin malvivir en la dificultad
perenne, que nos conduce por una fragmentación que no reporta dividendos.
La existencia
está llena de opciones sobre un mundo que es y que fructifica desde la
honestidad y la lealtad hacia nosotros mismos. No deambulemos en la división.
No hay beneficios plurales y comunes ahí.
Todo es posible
cuando queremos abrir los brazos: siempre es una refrescante actitud ante los
vaivenes de las variadas historias. Desarrollemos la suerte.
Debemos
recordarnos lo que somos y los porqués de un relato que ha de servir para
unirnos, para sernos en la interioridad, desde la bondad que nos reporta
momentos y espacios con los que conformar la visión de un óptimo porvenir.
Las destrezas de
las eras brillantes han de aflorar en los instantes de crisis y de tránsito con
absoluta valentía. No nos detengamos. Querer es siempre poder, y poder es un
síntoma de libertad. Intentemos sumar.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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