Llega este
viernes, y lo hace con el legado de las travesías que nos invitan a pasar por
oasis y desiertos. Nos hemos de quedar con las bendiciones, y dejar muy atrás
lo que nos cansó con motivaciones incomprensibles. Alguno hay que se mofa, pero
ése es su problema, y lo sabe.
La historia está
llena de ofertas, de ocasiones, de mutaciones para prosperar. Verlas es
cuestión de principios y de actitudes. Las cuentas se hacen al final, y a
menudo es mejor que ni eso. La vida es vida, siempre lo es, y de esta guisa la
hemos de percibir. Lo que estorba lo hemos de dejar fuera.
Se extiende, en consecuencia, un nuevo día, y, aunque nos parezca con bríos desconocidos y puede que hasta sin hilo conductor, recordemos que no se escribe ninguna página sin soportes y elementos convenientes, que hemos de poner y de reponer.
Miremos alrededor, y observemos todo cuanto nos merece la pena. Aseguremos que la existencia es lo más hermoso. En este sentido hemos de colmar la parte más generosa con una auténtica vocación de amar y de consentir ser amados.
Mediemos en lo que nos sucede y pongamos lo más razonable en la dirección emprendida. Nos hemos de aprovisionar de sonrisas y de altruismo. Todo lo que nos hace alegrarnos tiene que ver con la actitud positiva y sencilla.
Quizá éste sea el
consejo reiterado y tópico para una jornada que, pese a todo, promete que, si
lo intentamos, no pasará desapercibida. Hagamos que sea excepcional.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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