Comienza el
día con el anhelo de vivirlo en libertad, con voluntad de mejora, de calma
cuando menos, aunque los riesgos aguardan en forma de caricias y de opciones de
alegría. Son ambivalentes. No debemos desdeñar. Las apuestas bien intencionadas
han de confiarnos un fin añadido de solidaridad con los elementos y sus
circunstancias.
El alba nos ha regalado hasta ahora esos rayos de esperanza que ahora tenemos que optimizar nosotros. Nos hemos de unir a las ocasiones más queridas. Somos muy capaces. Es cuestión de proponérselo.
Un nuevo encuentro
Reconozco la
mañana. Es pura rutina. Todo va estupendamente, y, por lo tanto, lo que vivo es
bueno. Siento a las gentes que me quieren. Podemos hacer sencillo lo que
funciona, pero para eso nos hemos de despojar de lo que no nos aporta
positivismo.
Escucho lo
que ha hecho posible que todo sea en este instante. La vida nos recompensa con
intenciones y hechos, Procuramos que haya equilibrio. Los sueños se cumplen
porque nos amoldamos a la realidad. La sensatez y la pasión fluyen con calma y
fortaleza, con gratitud e impulsos cargados de dinamismo.
Tarea continua
El documento
existencial lo suscribimos cada jornada, y por ello la tarea es continua. Nos
declaramos del mejor modo, con moderación y vehemencia, no siempre a partes
iguales. Los problemas y los éxitos nos hacen tomar iniciativas de aprendizaje.
Hacer un poco de balance es lo deseable. Nos disponemos y somos con unas causas
que nos unen. Me encanta que sea así.
Resumo. Sé
que es la mañana esperada. Las posibilidades son muchas, todas. Hay suficiente
valor para compartir. La idea es que no faltemos a las citas establecidas o
espontáneas. Sea como fuere, éste es un día irrepetible, y con seguridad será
para mejor. ¿Te lo parece?
Juan TOMÁS
FRUTOS.
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