Los hechos son tan
tozudos que nos acaban significando a todos más pronto que tarde. Es verdad que
a veces tardan en manifestarse o en ser advertidos. La locura colectiva que nos
rodea nos envuelve de encantos, de diversa índole, que nos conforman y a veces distancian
con reglas de honores variados que no siempre nos permiten ver el bosque. No
todo ha de ser éxito.
Conviene pensar sobre
lo que realizamos. Compartir y ser solidarios son ejes de prestaciones
periódicas de cariño y de emociones con las que reclamar justicia y paz, que
suelen ir parejas. La bondad es una apuesta que demuestra igualmente amistad y
entrega en las cuestiones humanas, ya sean específicas de quienes conocemos o
genéricas de la estirpe a la que representamos, o deberíamos.
Nos hemos de dar
consejos, pocos, en el sentido de auto-medicarnos con la obligación de pensar
en los demás tanto como en nosotros mismos. El amor propio no se entiende sin
el ajeno. La experiencia nos corrobora que no aprovechamos jamás una situación
de superioridad. Juzgar a la ligera invita a que nos juzguen. Si lo hacen, que
así será, que no sea porque demos sostén a actuaciones negativas que no tengan
dirección. Dicen los turcos que lo peor de una desgracia es merecerla.
Seguramente nadie se gana el infortunio. No obstante, nuestro compromiso ha de
ser no buscarlo. Hasta ahí, como mínimo, hemos de aproximarnos.
Progresar es un hecho
social. Vislumbrar el adelanto de otro modo es torcer la perspectiva del
avance, que solo lo es desde la sinceridad del hacer correcto. La sonrisa, que
contribuye a crecer, nos envía óptimos impulsos con los que nos debemos mover
hacia lo más alto. Hemos de evocarnos siempre ingentes propósitos y logros
leales.
Futuro prometedor
Ante ello, por ello,
pensemos en esos momentos en los que anhelamos equilibrarnos con determinadas
personas y referirles que les vaya estupendamente. Es un buen deseo, una mejor
actitud y, seguramente, un futuro prometedor para ambas partes.
Además, añado la
siguiente aseveración que, lejos de avisar a nadie, me compromete a mí: “pase
lo que pase”, gloso, resalto, “seguiré creyendo”. No olvidemos que los sueños
consisten en hacerlos realidad. Ni más ni menos.
Juan Tomás Frutos.
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