Nos hemos
levantado con ansias de entendernos incluso con los que no quieren vernos. Es
su problema el advertirnos como contrarios. El tiempo nos hará cómplices de una
amistad sin revanchas. La otearemos ambos. No persigamos reticencias. No debe
haberlas. Procuremos una óptima cosecha. La elucubro.
Entendamos
que la magia nos lleva a los milagros si los contemplamos sin adivinanzas
estériles. No nos camuflemos. Seamos cuanto portamos en el interior desde una
colmada experiencia de cariño.
La
sensatez nos ha de mover con montañas de consideraciones nobles. Albergamos una
pura capacidad si disfrutamos de lo sencillamente ideal.
Nos
debemos fundir con los más altos valores y con el afán de proseguir hacia los
objetivos, siempre realizables, de entendimiento y concordia. Representas la
esperanza, y no como una utopía o quimera, sino como la gran verdad que nos
trae el amor al prójimo sin renunciar al equilibrio entre lo personal y lo
colectivo.
Hemos
hecho los deberes. Nos apasionamos sin egoísmos inútiles, y avanzamos. Es justo
reconocerlo.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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