Subimos al barco
del
deseo,
y
soñamos con una mejoría
que
nos relaje y entretenga.
Nos
tocamos.
Somos
en la noche,
que
nos convierte en más joviales.
Destacamos
los roces
que
hacen el cariño
que
nos manifestamos recurrentemente.
La
felicidad nos palpa.
Hemos
alcanzado un destino estupendo.
Nos
convertimos
en
la maravilla que atrae.
Despuntamos.
Los
hechos nos arropan.
Puede
ser.
Nos
declaramos en empatía.
Somos
dos en uno.
Nos
maravillamos.
Diseñamos
y brindamos honradez.
Hay
margen.
Nos
convenimos.
Hemos
aprendido a ser
entre
actos de felicidad
que
nos portan
al
origen de la paz,
y
ahí nos quedamos.
Preferimos.
Descollamos
con brillantes deseos.
Damos
vueltas.
Nos
parecemos.
La
verdad nos regala
un
buen instante,
que
multiplicamos.
Baremamos.
Lloramos
y nos alegramos con destreza.
Vamos
hacia el todo.
Nos
olvidamos de lo malo.
Refrendamos
las opciones.
Tenemos
mucho.
No
lo perderemos.
No
nos perderemos.
Entramos
en el barco con anhelos,
y
navegamos.
Juan
Tomás Frutos.
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