Nos damos un beso
que nos invita a parar,
que nos motiva,
que nos carga de reflexiones sencillas,
que nos libera,
que nos reconoce,
que nos ilusiona,
que nos dice que somos
en el día y la hora convenientes.
Lo repetimos,
y todo es absolutamente maravilloso.
La historia acaba de comenzar.
Más besos.
Juan T.
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