viernes, 9 de octubre de 2009

Asumir que no estás

Llega la mañana,
y respiro.

Me siento en paz
con las horas,
con la luz,
con ese regreso
a la normalidad,
aunque sea cansada.

La noche
ha sido dura,
cargada de recuerdos
que pesan,
y, una vez más,
sin ti a mi lado.

La fuerza
que me vino
de tus besos
ya se siente
en otra parte lejana,
y eso duele,
me apena,
me lleva a la ansiedad
y a la sinrazón
de un momento arrancado
de la parcela
de felicidad
que un día alcanzamos.

Todo es vuelta
a lo de siempre,
en ese círculo de calidad
que no es tal,
que es únicamente materia,
que es coherencia
a medias, arrastrada
tras años de impaciente
soledad y pasividad.

Llega el día,
y respiro de nuevo:
tengo unas horas
para aceptar
lo que pasa,
para asumir
que no estás.

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