Tomo mi ser
y te lo entrego
con la fuerza
de quien sabe
que ésta es la última noche
con testigos
de amistades encarnadas
en sueños que se fatigan.
Mis labios
se entregan a los tuyos,
sin pausa, buscando
mitigar atrasos
de abrazos y roces
con destino predeterminado.
Veo el lago
de mis pensamientos y deseos
nada fortuitos,
que confluyen previamente
en valles de frondosos apasionamientos
que crujen en la noche
con ganas y vencimientos
de afanes sin treguas.
Nos amamos en la locura
que no admite fórmulas,
que no acepta los trances
de la espera alargada,
ya no es, no puede ser.
Siento que los cuerpos flotan,
que adquieren la dimensión
de uno bajo la luz de la Luna,
que ilumina miradas y hechizos
en pos de unos labios
que se afilan, que se pegan
con deseos ardientes.
Crece la temperatura,
y, tras varios episodios
que nos agotan,
comenzamos otra vez.
La elucubración física,
lo físico convertido
en realidad que nos atornilla,
nos porta al misticismo
de un calor con grietas
que producen placer.
Friccionamos el placer,
y se genera más,
y comenzamos de nuevo
en pos de un destino
ya cierto, por ti,
entregado a tus recovecos,
como tú a los míos.
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