El beneficio de la comunicación es claro. Por ello debemos intentar que sea plena. Hemos de sacar provecho a todos los instrumentos que tenemos a nuestro alcance para comunicar. Así, debemos gestionar los recursos comunicativos con unos aspectos básicos que nos han de permitir subir el tono con recuerdos valiosos en relación a la experiencia más cercana. Nos planteamos gozos con recuerdos y añadidos en la afirmación de los procesos, que siempre añaden, y que nos inculcan, o deben, reclamaciones afortunadas.
Hemos de sacar partido a lo mucho, a lo poco, a lo que tiene sentido, a lo que no parece tenerlo a primera vista. Conformamos una realidad que ha de beber de distintas fuentes, con las que hemos de consolidar un destino querido, conjuntado, planteado desde el respeto a todos y a todas.
La vida es acumulación de acontecimientos, de aprendizajes, de lecturas, de diálogos, de silencios, de caídas y de éxitos, desde el anonimato o el conocimiento, desde la intención más o menos manifiesta… En todo caso, hemos de procurar que nos acompañen los buenos propósitos, los mejores deseos. De esta guisa podemos disfrutar la gracia de obtener óptimas cosechas.
Las vinculaciones entre los momentos han de ser para añadir, para dar un poco más, para adecuarnos a los planteamientos más solubles, como edificadores de la estructura o coyuntura que tengamos en cada momento. Lo posible ha de ser tratado con el afán de superación, que hemos de coaligar a los demás.
Utilizar bien lo que tenemos es ponderar sus posibilidades, su coste, el empleo de un tiempo adecuado, su valor, sus resultados, etc. Debemos ser capaces de no cometer los mismos errores de antaño y hemos de potenciar las habilidades y opciones que nos circundan o que poseemos con el fin de ir mejorando, aunque, eso sí, no hemos de tener ni prisa ni pausa en este sentido.
Por otro lado, los niveles afectivos, en equilibrio con los racionales, han de constituir el bagaje de un periplo donde el aprendizaje será compartido y propicio para todos/as. Al menos, debe serlo. Optimicemos, pues, y seamos consecuentes con el valor añadido de la comunicación, que es mucho, que es todo el que queramos trasladarle. Enumeremos todas las posibilidades, y veamos lo que añaden cuando están juntas y bien utilizadas. Además, pensemos que la plenitud está en el intento, y no sólo en la consecución.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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