viernes, 16 de julio de 2010

Justas medidas comunicativas

La justicia, cuando menos, ha de ser un fin, también un medio, una búsqueda de virtud. Tengamos la paciencia, la prudencia y las ganas de salir de la mejor manera que podamos. La vida es destreza, es afición, es cordura y fortuna con sus dones más bellos. Detengamos el presente con una actitud de futuro, con las ideas claras respecto de lo que queremos y podemos hacer. Sigamos las estelas de quienes nos ofertan ocasiones con las que caminar juntos, en pos de promisiones que nos permitan comer en sana actitud y con resultados apetitosos y apetecibles. Todo es posible, si ése es el objetivo marcado.

Las sonrisas nos deben aderezar el cuerpo con las cartas donde nos narramos experiencias vividas o pendientes de saborear en un extremo de casas convertidas en hogares y en cabañas sólidas y solicitadas al albur de la memoria, siempre esquiva cuando se trata de ver qué solvencias relacionales nos dieron lo mejor de sí. No es fácil saber de los otros, de los demás, de quienes nos traen sensaciones de arreglos fáciles. Las hermosuras nos llegan en una óptima dirección.

Situemos las voluntades en sus justas medidas, más que nada para que se perpetúen ante las intenciones de los que no ven que las cosas se complican cuando las consideraciones no están en el orden establecido. Digamos que los honores son entre espacios que dan al vacío. Glosar lo que pensamos y decir lo que somos son partes de una misma moneda existencial con la que convencernos de sinceridades y de singularidades.

Disolvamos esos aspectos que no añaden lo deseado. Las condiciones de las vidas nos olvidan en trozos de algodones que nos consuelan con paños de paciencias que nos han de aliviar ante las creencias de unos y de otros. No pongamos tierra en lo que ha de amanecer despejado. Las conciencias se adquieren a base de mucha práctica. Lo divino es consecuencia de la panorámica con la que queremos hacer nuestros particulares planos. Podemos moverlos, pero no salirnos de ellos.

Abrir diálogos es llegar a consensos con los que animarnos cada día, a cada momento. No separemos colores sin darnos las suficientes alternativas. Consideremos las emociones que nos hacen establecer unas memorias sin ataduras. Pensemos en salir adelante con unas visiones espléndidas y liberadoras. No apaguemos fuegos que nos pueden servir más adelante, ni tampoco los avivemos cuando nos puedan alcanzar. Las moderaciones nos otorgan unas hermosas calificaciones que hemos de atesorar como fortunas fantásticas que nos ensalzarán como grupo, como idealistas que somos, como elementos del estado de la cuestión en sus mejores momentos. Establezcamos comunicación. Estemos pendientes. Aseguremos el esfuerzo, y los resultados, para nosotros, o para los demás, vendrán cuando sea menester. No atribuyamos más a un lado de la nave, y seguro que, en ese afán moderado y justiciero, daremos con abundancia para todos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

No hay comentarios: