lunes, 2 de agosto de 2010

Dunas y soles comunicativos

Hallamos luces y sombras, y penumbras, y cobertizos comunicativos con los que nos animamos a seguir los mejores procesos. Hagamos que se serenen las vidas propias y del entorno. Consigamos que las buenas previsiones se cumplan, y ello gracias a la comunicación, que no ha de cesar. Nos emparentamos con las gracias de siempre, con las que nos nutrieron en las experiencias que quedaron en una especie de sueños que no terminamos de ver. Nos implicamos en las invenciones de unas caricias que nos llevan por todas partes. Hemos averiguado los motivos ciertos, y todos aquellos que nos hacen divertirnos con las consecuencias de unas causas con sus toques de atención. Hemos abarcado algunos espacios en los que aprender ha sido algo más que una necesidad. Sigamos las claves.
Suponemos que podemos, que estamos en ese tramo de las consecuencias más nobles, y nos insistimos con las construcciones más sólidas. No dejemos en el abandono lo que ha de ser un recurso extraordinario para viajar por las montañas sin magia pero que dan un sentido a nuestras vidas. Hemos consultado los corazones con suspiros que no se marchitan, y tendemos hacia un destino que averigua todo cuanto somos. Adiestramos cada criterio con una solución que nos proponga mudanzas simples.
Nos comunicamos con esencias nobles que transforman los eventos hasta hacerlos, casi todos, positivos. La actitud hace mucho. Hemos solventado muchas vacilaciones, y ya nos contemplamos como parte de las consultas que nos hacen diferenciar muchas magnificencias. Nos controlamos mínimamente con unas valientes pugnas de aprendizaje calmado y pacífico. No podremos dejar en otras caras lo que nos consolidó como buenos amigos. Nos defendemos lo mejor que podemos en la idea de ayudarnos, de ser con los otros, con los que nos quieren, que nos aplauden, que han de ser la mayoría. Sembremos para recoger.
Las simpatías contribuyen a hacer más llano un terreno que nos aclama con sus métodos sin claras certezas. Nos tendremos en lo único, en lo más llano, en lo que nos quita las confusiones para otorgarnos aquellas fortalezas que nos conduzcan por sus pretensiones menos vacías. Vayamos donde podamos ser con unas piezas que nos juntarán más o menos en nuestros gustos, saliendo de las vacilaciones que nos provocan. Hemos sugerido recursos con sus dones más espléndidos. Nos realizaremos como personas, como amigos, en las directrices que nos propulsan hacia una levedad que es, que será, que seguramente fue.
Aprendemos de las sonrisas que nos depara el destino, que hoy nos une a las travesuras de una infancia en la que fue todo aprendizaje. No postulemos por recetas que nos han de preferir con sus dunas y sus soles intensos. Estaremos en el pronóstico, y también en los resultados de una solución que ofertará graciosamente una continuidad bella y extraordinaria. Ya veremos. Las vertebraciones cotidianas nos han de presentar sus vértices más limados, sus mejores actitudes, sus comunicaciones más genuinas. El poliedro existencial es magnífico, por grande, por sus posibilidades, por sus gracias y ventajas. Así hemos de verlo.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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