Operemos con lo positivo en todas las ramas y esferas vitales. Ello nos permite salir adelante más resolutivamente. Apostemos y abundemos siempre por lo más idóneo y adecuado de la comunicación, por sus más óptimas aportaciones. Mandemos lo mejor de nosotros mismos en forma de conversaciones que se amparen en aquellos aprendizajes de cuando éramos niños y adolescentes. Todo ha de tener interés, y así se ha de mostrar. La gracia, el talento, las explicaciones bien sencillas, la admiración, el brillante deseo en los ojos... Todo nos ha de gustar, y con deleite lo hemos de transmitir. El mundo es como es, y hemos de optimizarlo en todos sus avatares.
Giremos hacia esos momentos en los que cualquier cosa era digna de aprendizaje. No neguemos las intenciones de las complacencias que venían con el anhelo de entregarnos a una solidaridad máxima. Nos hemos de juntar cada día con unas cuantas palabras que nos aporten positivismo y buen hacer. La alegría aparece del buen comportamiento, de ahí, de lo sencillo. No esperemos grandes respuestas cuando las más pequeñas nos aportan mucho más.
Cubramos las espaldas con ese entusiasmo sin el cual no podemos afrontar el día a día. No nos despidamos antes de la cuenta. Enumeremos los hechos gloriosos con las objetividades de quienes nos consuelan con sus tanteos más subrayados. Escribamos con los ojos brillantes y traslademos las estampas más hermosas a quienes nos regalan cada jornada sus mejores semblantes. No se trata de devolver, sino de multiplicar.
Los calores nos han de empujar lo suficiente para mantener el tipo, así como contribuirán los momentos más fríos, que hemos de ir alternando para valorar lo que es estar, sencillamente, bien. Las imposiciones no nos valen, pues alteran en exceso los motivos y sus consecuencias. Variemos las contemplaciones para obtener licencias con respuestas abiertas, donde todos podremos entrar con la misma naturaleza y con igualdad de derechos.
La libertad en las expresiones y opiniones, con respeto por encima de todo, es la gran apuesta. Limemos los elementos extraños y tardíos y hagamos que resuenen las melodías más dulces y bonitas. Las cúpulas del aprendizaje se han de ver con la perspectiva del tiempo y con la altura que sea precisa para que nada escape a lo que advertimos. Contemos esas formas que nos han de preferir con medidas particulares. Hagamos caso a los sentimientos de convencida pluralidad comunicativa. Funcionará. Lo más idóneo y conveniente en ésta y en otras materias tiene en cuenta el saber de los convecinos. Seamos optimistas y positivos, y lo demás será cuestión de tiempo. Además, es obvio que seremos más felices.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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