Distingamos la comunicación con paciencia, con espera, con esmero y mimo, con serenidad. Nos dará visión, lo que se llama altura. El considerar la comunicación como un tránsito, como un camino, como una vía hacia algo mejor ayuda a su confección. Aboguemos por esas solvencias que nos saquen de dudas y de esas prisiones intelectuales que nos previenen de lo que podría ser. Las astucias bien llevadas, para conseguir bienes y servicios para la sociedad al completo, son unos buenos instrumentos de labor. Nos miramos con dulzura.
Mantengamos el nivel más correlativo con los intereses del conjunto de la sociedad, que ha de ser nuestra complaciente prioridad. No la abandonemos. No separemos lo importante, y tratemos de darle el tono que se merece. Nos hemos de unir en todo lo que nos parezca con sentido. Los broches han de ser de oro.
La existencia se compone de lucimientos de pensamientos en su sitio, de pesares que nos han de trasladar las cautivas entidades con las que nos introduciremos en un universo bendito. No paremos en las noches noveladas, que nos han de poner en el umbral de la pasión.
Sintamos que lo roto ha de superar los desgarros de una sociedad supuesta con sus calladas respuestas. El todo colmado de buenas atenciones y actuaciones nos ha de aguardar con sus inclinaciones más sugerentes. Los retos han de ser entretenidos con sus planos más favorables y favorecedores. Salgamos de los tópicos para adentrarnos en las verdades y en esas ocasiones que serán algo más que un desafío.
Dilatemos los empeños con sus explicaciones ante los eventos que nos inmiscuyen en todo lo que puede tener un sentido idealista y conformador de la realidad. Vayamos en el tren en el que el valor de la conjunción, de la suma, será la superación más noble. Soslayemos los elementos que hallemos por esos caminos en los que no podremos con todo cuanto nos sucede. Miremos más allá con las previsiones de transformaciones interesantes. Convengamos, sí, y comuniquemos mejor. Transformemos la realidad, consigamos que sea y que esté donde sea menester, y seamos también en ese tránsito que es contribución a las posibilidades que nos ayudan, que son, que nos tienen. Diferenciemos y distingamos en todas las acepciones de esos dos términos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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