La actuación en grupo nos da vehemencia, nos anima a tirar hacia delante con bríos y brillo, aportando ventajas y dejando postergados los inconvenientes que se pudieran suceder. Hemos de provocar la faena en comandita por cuanto implica mejores frutos. Los resultados del acontecer diario nos conducen a puertos más cuantiosos y cualitativos cuando se trata de un impulso colectivo que nos otorga el viajar más lejos.
Implicarnos en lo que nos merece la pena, en lo que nos introduce como modelo o sistema en una dinámica de trayectoria provechosa ha de ser una máxima con la que nos convenzamos de que el porvenir se proyecta desde el aprovisionamiento en comandita. Debemos buscar aliados en toda opción de vida, incluso cuando ésta viene de manera sencilla o cuando nos sentimos suficientes en su resolución. No es una cuestión de energías sino de empatías.
Estar
solo no es bueno. El Quijote se volvió loco por no relacionarse con nadie,
excepto consigo mismo. No han vendido que fue por la lectura, pero realmente
fue por una falta de socialización efectiva. Necesitamos vivir en sociedad,
compartir experiencias, deambular entre éxitos y fracasos propios y ajenos,
experimentarnos parte de un destino desde un presente que cumpla las expectativas.
Para que éstas sean palpables nos hemos de poner de acuerdo. Nada crucial
(siempre hay excepciones, claro) se ha conseguido en soledad. Lo global tiene, asimismo,
más permanencia en el tiempo. El contexto es un sólido cimiento.
Entiendo
que parte de la crisis, toda ella quizás, se deba a miradas sin la suficiente
complicidad, por no decir que a menudo son excesivamente antagónicas. Las
debería haber (esas ópticas solidarias) en educación, en sanidad, en cultura,
en los usos, en la economía…, y no para homogeneizar, sino para dar con
parámetros que nos embarcaran en esa nave de la confianza sin la cual no
podemos presentarnos en un buen puerto. Las tempestades son inevitables, pero
la actitud ante ellas la ponemos nosotros.
Perspectiva societaria
No
mirar con perspectiva de compañerismo es una equivocación que se paga caro.
Antes o después llega la incapacidad o la imposibilidad de abocarnos a
soluciones que precisamos y que no podemos postergar. Entonces nos damos cuenta
del error de no consensuar, de no pactar. La cesión es un concepto muy
comunicativo que nos define como seres humanos. La prepotencia, la hegemonía,
con seguridad supone soledad. Buscar entre iguales es conseguir esa paridad que
anhelaba y defendía Ortega y Gasset.
El mundo se ha vuelto complejo por no mirar a la cara,
por no interpretar en el vecino sus ademanes y fines, por no compatibilizar
peculiaridades en un estadio de penitencias y de distancias que hemos de
solventar como una oportunidad imperiosa. No olvidemos tampoco el buen sabor,
el placer, que nos regala la ocasión de ayudar y de ser ayudados,
fundamentalmente cuando se trata de coyunturas inesperadas o no solicitadas.
La naturalidad y la espontaneidad en positivo son
instrumentos poderosos para una sociedad que precisa reciclaje, concordia y
óptimos objetivos. La suma de las partes, y no aludimos a pura matemática,
siempre supone un resultado mayor, además de las dosis de dicha y de justicia
que brindan imponderables que, precisamente por eso, ostentan una más alta
significación y valor.
Juan
TOMÁS FRUTOS.
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