Nos miramos
sin complejos, con amor,
con la voluntad de acercarnos
a cuanto tuvo memoria
y buenos fines.
Nos contemplamos
con luces en la cara,
con brillo en los ojos,
con intenciones de seguir
por las sendas de las caricias
que nos aclararán
hacia dónde movernos
con afanes y directrices
de pensamientos únicos.
Nos hemos de dirigir,
ahora, siempre, por siempre,
hacia ese punto
en el que fuimos
con palabras de cariño.
Somos con reflejos
que no se fugan,
que todo lo entienden
desde la emoción
que ya no contenemos.
Juan T.
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