Para
que esto sea así, debemos fomentar la docencia, que nos invita a refrescar los
conocimientos y estar al lado de la gente más joven, que empuja con fuerza, con
el afán de seguir aprendiendo. La educación nos obliga al reciclaje, a
organizar el discurso con ideas cercanas a los procesos de trabajo, a los
nuevos y los más veteranos. En los estudiantes, y eso siempre es una suerte,
advertimos el ímpetu con el que comenzamos: nos recuerdan que no debemos
perderlo.
Los
futuros periodistas, tras esta ingente crisis, llena de incomprensiones,
aportarán una visión de una sociedad en cambio en la que el ser humano debe
estar por encima de todo. Es, la actual, una generación muy preparada con ganas
de dejar patente que su oportunidad debe ser aprovechada. Entre todos debemos
contribuir a ello.
En
paralelo, subrayemos que un periodista ha de contar lo que sucede, y, en esta
dirección, preguntar lo que debe y dónde debe. Lo que no se sabe tiene que
aflorar gracias a los profesionales de la información. En este sentido, la
curiosidad debe ser básica. Si no tenemos coraje por conocer, no tendremos
respuestas de futuro, que, por otro lado, es necesario buscarlas.
El
género más influyente y cercano, o eso me lo parece, sobre todo si está bien
utilizado, es la entrevista. Lo importante en ella es que conozcamos las
actitudes de la persona con la que conversamos, esto es, que se entrevea si conoce
los asuntos sobre los que tratamos, si le interesan, si obra con buena
intención, si es capaz en sus tareas, si puede tener contestaciones a lo que no
conoce con el debido tiempo y preparación. No olvidemos que lo que más comunica
es el lenguaje kinésico, es decir, el no verbal.
En
este soporte o formato, como en otros, defendamos el concepto de buena
intención. Es importante que destaquemos la labor de servicio público y de
interés general por la que deben pugnar tanto los profesionales periodistas como
los medios en los que trabajan. La Prensa desarrolla en todo el mundo un papel
fundamental para que los sistemas se reciclen. Si se producen altibajos (como
es natural, inevitables), antes o después triunfan los intereses de la sociedad
gracias a la labor de las empresas periodísticas y de sus integrantes.
Servir a la sociedad
Los
periodistas debemos replantearnos muy mucho lo que estamos haciendo, si no
queremos que la crisis en todos los órdenes que estamos sufriendo nos afecte
aún más. Debemos adaptarnos a las tecnologías y a los procesos de trabajo que
les acompañan. Si no somos capaces de complementarnos y de decirle con hechos
al ciudadano cuál es nuestro papel, en todo caso fundamental, estaremos
abocados a transformaciones en las que podríamos perder la iniciativa, y eso no
será bueno para nadie.
Ante
la presente modificación de modelo, hemos de preguntarle al público en general
en qué estamos acertando y en qué nos equivocamos. No olvidemos que administramos
un derecho que es de todos, como indica el artículo 20 de la Constitución
española.
Seamos,
igualmente, sosegados en los planteamientos y en sus contenidos. Digamos lo
obvio: llaman la atención los contenidos que se basan en sucesos o
controversias llenas de ruido. Impactan mucho los accidentes, aunque la
perspectiva ha de ser que tengamos en cuenta que hablar de pérdidas humanas
siempre es triste. Necesitamos vernos de una manera global, con pros y contras.
El deseo es que el retrato mejore desde una óptica real. Ojalá pudiéramos decir
que no existe el paro, que la gente es feliz con mucha salud y con la
suficiente economía para salir adelante. Si hablamos de la situación
internacional, sería encantador servir de notario de que no existen las
guerras. Hemos de contribuir a esa mejoría, que, además, es factible.
Otro
apunte. Cuando cultivamos nuestras facetas de escritores apuntamos un modo de
decir que nuestras creencias pasan por un poco de más optimismo. Manu
Leguineche, ese maestro de periodistas que perdimos hace poco, repetía que deberíamos
plantearnos por qué nos dedicamos, los profesionales de la comunicación, a
escribir ficciones. Creo que es una manera de compensar ciertas carencias o
interpretaciones.
Finalmente,
digamos que siempre quedan preguntas, y siempre quedarán respuestas. Ésta es la
vida. Los ciclos no se agotan, sino que se transforman, como estamos
recalcando, y hemos de procurar acompañarlos para mejorar en la medida que
podamos.
Juan
TOMÁS FRUTOS.
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