Muevo las fichas de los juegos que nos insisten con aprendizajes suaves, desde la experiencia, con predicamentos no soñados, sino vividos.
El bien se comparte con las gratuidades de unos museos que nos sirven de modelos para el futuro, que es de todos, consolidado.
Hemos adecuado las existencias a los flujos de unas docencias con las que nos convencemos de cuanto somos.
Nos presentimos en las preferencias máximas, cuando nos iniciamos en los conceptos esenciales, que edificamos desde el pacto y el consenso.
Tomamos la pelota de la diversión, ésa que no necesita reglas, la que nos presta el anhelo y lo convierte en realidad. No es mucho, pero es lo suficiente para crecer y multiplicarnos en los anhelos de jovialidad.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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