Subimos y bajamos
con la intención
de la memoria ilusionada
que nos conduce
por razones que son fuertes
y que aguardan
una meta sin controles mayores.
Hemos de abrir los dibujos
del corazón, del nuestro en primer lugar,
de par en par,
con las hojas que aman,
que pueden en la dicha.
Los anhelos de antaño
nos conmueven con sus fines
no elegidos, los soñados,
que nos quitan
parte de unas cargas
que fueron pesadas
pero que ya no lo son.
Nos besamos
a la luz de la Luna,
mientras nos volcamos
en la experiencia que nos nutre
con paciencias y esperanzas.
Subimos y bajamos
con la mejor intención.
Juan T.
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