Tomamos un poco de aire,
y respiramos juntos.
Nos damos cuenta del compás,
que siempre ha existido.
Convencemos al deseo,
y somos en la gloria
del conocimiento,
que es, que tiene, que puede.
Tomamos aire,
y sentimos el roce
de unos labios,
ahora convertidos en pulmones.
Son los tuyos.
No me separaré de ellos.
¿Necesito decirte los motivos?
Juan T.
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