Hemos de sugerir las virtudes de aquellos anhelos que se
han de compartir con intentos no fallidos de ayudar. La honestidad ha de
hallarse en el frontispicio de los hábitos cotidianos. No rompamos los
universales que tanto nos provocan desde el entusiasmo de vivir. Encontremos
nexos y reflejemos lo mejor de lo mejor.
Investiguemos sobre el bien y sellemos las cuentas con las
que aumentar los fines y crecer en objetivos, que nos han de dar realidades.
Los hechos nos impulsan. Vayamos más allá de las palabras. Corroboremos
con coherencia y con lógica las posturas que mantengamos.
Hemos averiguado qué hacer entre consejos que nos han de
conducir por experiencias singulares. Avancemos. No nos quedemos en mundos
anticuados. La existencia se constituye de etapas que hemos de exprimir. No
dibujemos lo extraño. Sepamos con amplitud de miras.
Hemos de rescatar las actuaciones más provechosas con un
carisma que nos ha de conducir por soluciones claves para compensar, contrastar
y endulzar todo. Las destrezas se demuestran cada jornada.
Impresionemos los diseños de antaño con estructuras de
comportamiento ideal. No señalemos en balde. La esperanza está ahí, y no hay
una cantidad determinada. Podemos tomar toda la que queramos, pero en todo
instante con el propósito de enmendar lo que sea menester. Desayunemos con
alegría, y expandamos lo que ésta genera por doquier.
Los análisis de otros estadios nos han de producir
exclamaciones de entereza. Compartamos la docencia con unas ideas plurales,
convencidas de las bondades de la comunión que nos caracteriza. No nos
involucremos en asuntos absurdos. Las discusiones torpes nos consumen.
Afán jovial
Los eventos que nos introducen en los campos del afán más
jovial nos conectan con intereses variopintos que nos responden con devociones
destacables. Relevemos, rescatemos y continuemos. Nada se ha de parar. Eso
sí: intentemos ser unos humanos sensibles.
Vayamos hacia ese universo que nos pertenece y que nos
regala buena parte de la emoción con la que andamos un año y otro. Seamos y
sellemos los usos más nobles. No malgastemos los tiempos. Nos hemos de
acostumbrar a lo entrañable y leal. Limpiemos las miradas y desmenucemos lo que
nos brinda magníficos brillos. La espontaneidad ha de ser estandarte y el
altruismo también.
Las eras de la concordia nos han de distraer con
inclinaciones hacia los más necesitados, que hemos de proteger como las joyas
de la corona que son. Con edificantes acontecimientos nos iremos alimentando de
dulzura y cariño. Es cuestión de tiempo que seamos y estemos donde debemos. Lo
es.
Juan TOMÁS
FRUTOS.
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