Te
he visto de buena mañana,
otra
vez, pero cambiada.
Te conozco desde siempre,
Te conozco desde siempre,
y
desde siempre advierto un distingo,
que
me ensalza y anima.
Me dirijo a ti,
a tu
seno, a tus vientos,
a
los calores y humedades
de
una historia repetida y flamante
al
mismo tiempo.
La
voluntad del día es clara:
hemos
de procurar estar tranquilos.
Las
aves nos recuerdan
con
sus vuelos y cánticos
que
la vida es tan efímera
como
dichosa,
pese
a sus desequilibrios, equívocos
y
hasta injusticias.
Frente
a lo negativo,
la
compostura de la jornada,
que
nos atrae y dispensa el mejor bien.
Las
arenas de los sueños
tienen
sus puntos de exclamación
en
el tesoro de un ecosistema único,
sobre
todo porque es el mío,
el
que me dejaron como legado
quienes
amaron estas tierras
tanto
o más que yo,
¡que
ya es decir!
Por
eso destaco,
en
este hermoso paraje
que
intencionadamente no nombro,
que
te conozco desde siempre.
Juan Tomás Frutos.
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