Respetamos las
normas con los buenos deseos, y nos mezclamos en la realidad de un amanecer que
nos regala conclusiones que anhelan la paz. La conseguimos desde el riesgo
razonable. No hay miedo, o procuramos no demostrarlo.
Nos preparamos
con hechos cargados de valor. Nos aclaramos. Hemos resuelto la vida desde la
amistad más fortalecida. Salimos de los bloques y nos insertamos en otra
dimensión. Vamos en pos de otro cumplimiento.
Nos dedicamos a lo
que nos gusta: eso es, en sí, un regalo, un don milagroso que ejercemos. Nos
aferramos a la voluntad de mudar las experiencias para resolver las incógnitas.
Hay sudor, hay lluvia. Nos enganchamos a los índices óptimos. Todo saldrá
genial.
Nos hemos
rescatado en el instante idóneo. Nos consolidamos en una era que nos devuelve
al mejor punto. Vemos desde una atalaya excepcional. Editamos las imágenes más
hermosas. No nos valen los sondeos. Nos superaremos.
Caminamos. No
nos quedamos quietos. Pensamos en avanzar. Tendremos muchas oportunidades. Nos
subrayamos lo ideal, que fragua en lo cotidiano. Nos meteremos en una escala
que reportará excelentes criterios.
Hemos abierto la
puerta de la gloria, y, aunque habrá pavor y pena, también cosecharemos
alegría. La perspectiva es buena porque el corazón está de nuestro lado.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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