Los procesos comunicativos son el baluarte de nuestra existencia. No somos, si no comunicamos. Cada día experimentamos muchas situaciones relacionadas con la comunicación, algunas basadas en la realidad y otras en lo que podría suceder. Así, vivimos en sueños comunicativos que nos anticipan el momento del aprendizaje con protagonistas de buenos deseos. Lo positivo funciona, y las “verbalizaciones” desde la ilusión y el entusiasmo también. Busquemos con equilibrio las ansias de un poder grato que nos ha de ayudar a compartir anhelos y planteamientos de género diverso. Eso es lo deseable, por su afabilidad.
Soñemos. De este modo, experimentamos ese todo que hoy es reclamo para llegar un poco más lejos, donde sea menester. Nos asomamos, con esos registros virtuales o virtualizados, al misterio de una onda expansiva que nos desconvoca de las raíces de unos secretos a voces que pueden ser reales. Lo serán a través de la comunicación, que nos envuelve con su fino manto de ideas y criterios recios. Es muy saludable, muy salubre.
La vida es oportunidad, a pesar de todo, aunque las cosas no siempre suenen con la melodía que nos gustaría. Hay ocasiones todos los días, y hemos de aprovecharlas con tranquilidad. Con mesura debemos recoger la cosecha de todos los años, procurando que nos llegue a todos y cada uno en formas físicas y también intelectuales. Los frutos, y su simiente, han de aparecer como lo que son, regalos para el espíritu. La comunicación los debe reconocer así.
Las elucubraciones son, en todo momento, el punto de apoyo para los menesteres cotidianos, que deben beber de la fuerza y del empuje que supone soñar con lo que hacemos, con lo que nos gustaría hacer, con aquellas cosas que no comportan rentabilidad en lo material, pero sí en lo psíquico y en lo intelectual. Contemos las cosas, sí, lo cual contribuye a que todo mejore, a que seamos personas más espléndidas, y a que la formación sea más integral y totalizadora.
La existencia humana se ha de basar en la esperanza, en la neutralización de lo negativo y en la exposición a las influencias más edificantes y nutritivas. Podemos hacer mucho juntos, pero nos hemos de esforzar desde el empeño máximo de ser felices y de contribuir a que los demás lo sean igualmente. Comuniquemos estos asertos. Podremos ver unos resultados magníficos. Eso es. No dejemos que la esperanza que acompaña a lo que soñamos se quede en eventos sin realizar. Al menos, debemos intentar que se sustancien. Veremos, con el paso del tiempo, que se trata, en el caso de la comunicación, de un regalo estupendo que podemos saborear cada segundo de nuestras vidas.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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