Sellemos el pacto de un proceso de comunicación basado en el amor, en el deseo hermoso y bello, en la virtud de entendernos.
Seamos con la estabilidad más linda, comprometiendo las expectativas con extensas caricias hacia ese momento que nos debe dar el amor más lindo, que nos ha de procurar la dicha eterna. Nos debemos querer sin rodeos, sin esperar nada a cambio, demostrando que la pasión es cosa de varios interlocutores, prestando atención a las debilidades para mejorarnos en el conjunto.
Nos elevamos cada día, a menudo con constancia, con unas vertientes que nos plantean complementos con los que pasamos las mejores noches. Hagamos eternos los aires de libertad que nos distinguen entre premisas al viento. Hemos librado anhelos que ahora han de dar sus frutos. Los cosecharemos con detenimiento.
Las conclusiones nos deben airear los mejores fines ante un panorama que nos debe permitir escapar de lo pernicioso. Restauremos los instantes que nos apuntalaron bien. Hemos baremado los procedimientos que han de ser ambiciosos en el mejor de los sentidos. Fundemos expresiones de experiencias.
Separemos lo importante de cuanto parece no serlo. Estudiemos quiénes somos con avances poco extremos. Nos hemos de asegurar en etapas que han de afrontar las emergencias. Reaccionemos sin prisa. Ya llegaremos.
Tengamos presentes las soluciones que funcionaron para otros. Las imágenes que vayamos gestando nos han de serenar. Anunciemos lo que queremos a todos, sin excepción, a cuantos más mejor, sin fugas de lo interesante. Combinemos las palabras y los silencios con consejos facilitados desde la dicha suficiente. Veamos dónde está la calidad. Descubramos las incógnitas con preguntas y respuestas oportunas. Abramos los corazones y las mentes.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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