Las manos
reflejan creencias
en esos sueños
que fuimos realizando
por obra y gracia
de una virtud
que nos amansa
porque en todo cuanto hacemos
hay amor, mucho,
de ése que nos consulta
espacios y figuraciones.
Los ojos
nos devuelven
a esos instantes de felicidad
que, por un tiempo,
indicaron el camino
que nunca debimos dejar.
Juan T.
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