Sublimamos la noche
con la experiencia del amor,
que nos conduce
por esos rincones mágicos
que nos alertan y amansan
casi al tiempo.
Gozamos en ese inicio
que nos ampara
y propone mejorías
con registros de cariños
que saben a miel.
Iremos donde sea menester.
En esa tarea nada nos faltará
mientras estemos juntos.
La noche nos conmueve,
nos transforma,
y nos hace más humanos
para reflejar el talento
cargado de buenos sentimientos.
Lo ideal lo hacemos racional.
Funciona.
Juan T.
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