Suelo decir que están las verdades,
las mentiras, y las estadísticas, que constantemente nutren los sesudos libros
que explican el mundo. No obstante, convengo con el estudio de la OCDE que hay
un problema educativo de fondo, importante, y no sólo en España, sino también
en muchos de los Estados del llamado Primer Mundo. Se resalta a menudo que el
problema de la educación en nuestro país no es nuevo: lo que emerge de lo que
estamos reseñando no es otra cuestión que la falta de una interiorización real acerca
de la importancia que tiene el conocimiento en una sociedad moderna.
El progreso suele ser proporcional a
la capacidad de fomentar sapiencia en un contexto determinado. O debería. Las
cifras de docencia que manejamos no andan por ahí, lamentablemente. Parece que
los recursos no van donde deberían o no fructifican de la guisa que nos
agradaría.
Sí, el problema social, el auténtico
problema, es el destino, fin o resultado de los finitos elementos (por la
crisis, los recursos son los que son). No siempre los utilizamos para lo más
beneficioso, y, en ocasiones, en muchas, lo que sucede es que no les sacamos el
suficiente partido, lo cual parece incongruente, al repetirse una y otra vez
que no contamos con todos los necesarios.
Subrayemos que el concepto de nivel
es relativo, y ambiguo. Se refiere a varias cuestiones. Hablamos, en una cierta
dirección interpretativa, o debemos, de estadios, de etapas, de alturas, pero
siempre desde la premisa de la igualdad. Hemos repetido, y no nos cansaremos de
hacerlo, que todos estamos, o deberíamos, en los mismos niveles de respeto y de
consideración en ámbitos como son la educación o la sanidad. No puede, no debe,
haber gentes que a priori estén por encima o por debajo en lo que concierne a
los mínimos de actuación ante cualquier contingencia.
La educación es todo
El asunto de la educación, que es
todo en la vida, es harto complejo, y lo es porque no es fácil que nos pongamos
de acuerdo sobre lo que significa y hasta dónde. El aprendizaje es un concepto
de búsqueda de la plenitud desde el equilibrio y la dicha, aunque suene un poco,
o un mucho, a tópico. Nos manifestamos educados no únicamente por las ideas y
por los hechos que albergamos y podemos rescatar en un momento determinado,
sino por las capacidades de entendimiento y de llegar a los otros que podamos
tener y/o fomentar.
Asimismo, es verdad que las teorías
son básicas, que las visiones prácticas de la literatura y de las matemáticas son
determinantes para concebir el mundo y lo que éste implica para las diferentes
etapas del ser humano. Por eso hemos de bregar porque se sepan, para que se
conozcan. Los datos, sin duda, hay que mejorarlos. Debemos subir una escalera
que, de momento, nos deja en evidencia.
Además, hemos de crecer como
personas, desde el propósito de la igualdad real, donde no sólo importen los
niveles académicos, sino también los de otra índole: hablamos de vivienda, de
salud, de alimentación, de opciones…
La vida para algunos es una cuestión
de niveles. Puede que tengan algo de razón, o mucha razón, pero igualmente lo
es de perspectivas, de tonalidades, que hemos de percibir y procurar que se
prodiguen con la mejor intención. Disponer el camino, aventurando los
problemas, es ya un primer paso para caminar hacia esas metas en las que los
niveles no sean tan dispares.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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