Me levanto temprano, y tengo la suerte de verte.
Siempre has estado a mi lado, incluso cuando no he sido consciente de ello.
Abrazo el día con tus fuerzas y advierto que la hermosura es una de las fuentes
eternas de las que beberemos.
Hablamos, aunque no estás presente, y nos contamos
nuestras cosas: unas son poco importantes, y a otras les ponemos relieve
nosotros. El mundo es así, sencillo y complejo según la óptica que colocamos a
la cámara.
Sabes que me gusta madrugar. No me importa el frío
cuando eres tú quien aguardas. Me regalas coraje y paz desde el amor
multiplicado. Un ciudadano de a pie no aspira a más... ni a menos. He tenido
contigo la suerte de cara. El milagro ha sido igualmente que nos contempláramos
entre tanta gente. Las prisas y las abundancias a veces no dejan ver el bosque.
En nuestro caso vimos la estrella en el árbol más bonito.
Vuelvo a madrugar, y, mientras me acuerdo de los
últimos, a quienes no hemos de dejar solos, intuyo que, desde esos primeros
rayos que me otorgas con su correspondiente calor, será un buen día. El azar ha
dictado que volvamos a estar juntos. Nada mejor podría imaginar.
Juan
TOMÁS FRUTOS.
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