Impartimos doctrina
con una emoción
que nos distrae
en la confianza del futuro,
que engancha con el presente.
Nos dirigimos
a esa tierra que admite
destinos silentes, únicos,
recreados en la mortandad
de un cariño sincero.
La convicción es hoy firmeza
en la persecución del mejor presente,
que compartiremos con las gracias
más eternas y estimulantes.
Las ilusiones nos conducen
hasta donde la posibilidad fue todo,
incluso más, una creencia
en cuanto nos reforzó
como personas, con voluntades
de pensamientos reales.
Hemos de llegar al otro lado
de la travesía, de la vida,
y darnos cuenta de la fugacidad
de la misma, de sus bagajes,
de los empeños en la amistad,
los que merecen la pena.
Juan T.
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