sábado, 25 de enero de 2014

Una jornada irrepetible

Llega el fin de semana, y lo hace con el legado de las travesías que nos hacen pasar por oasis y desiertos. Nos hemos de quedar con las bendiciones, y dejar muy atrás lo que nos cansó con motivaciones incomprensibles.

La historia está llena de ofertas, de ocasiones, de mutaciones para mejor. Verlas es cuestión de principios y de actitudes. Las cuentas se hacen al final, y a menudo es mejor que ni eso. La vida es vida, siempre lo es, y de esta guisa la hemos de percibir.

Arranca un nuevo día, y, aunque nos parezca con bríos desconocidos y puede que hasta sin hilo conductor, recordemos que no se escribe ninguna página sin soportes y elementos convenientes, que hemos de poner y de reponer.

Miremos alrededor, y observemos todo cuanto nos merece la pena. Aseguremos que la existencia es lo más hermoso. En este sentido hemos de llenar la parte más generosa con una auténtica vocación de amar y de consentir ser amados.

Mediemos en lo que nos sucede y pongamos lo más conveniente en la dirección emprendida. Nos hemos de aprovisionar de sonrisas y de altruismo. Todo lo que nos hace sonreír tiene que ver con la actitud positiva y sencilla. Quizá éste sea el consejo reiterado y tópico para una jornada que, pese a todo, promete que, si lo intentamos, no pasará desapercibida. Hagamos que sea irrepetible.
Juan TOMÁS FRUTOS.

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