Sonrío, y sigo. Ésa es la actitud, debe serlo, ahora que nos corregimos hasta sin vernos. Nos hemos de proponer descansos aún antes de empezar. Hemos dado con maravillosas claves que nos insertan en el panorama más hermoso.
La belleza se comparte desde la excelencia de ser entre voluntades que han de estar donde toca. Nos hemos sugerido parajes de amor.
No apaguemos las llamas de la fe. Nos hemos de insistir desde ese empeño colectivo por nutrirnos. Nos distraemos.
Las previsiones se cumplen con una fe en cuanto ha de ocurrir. La existencia es plenitud. Debemos procurarla, aunque no siempre demos con ella. La felicidad no es una meta: es el discurrir mismo.
Tenernos es una suerte. Este planteamiento es casi una necesidad. Apostemos por el día, que aguarda con sus mejores hábitos. Incluso, si queremos, los podemos cambiar.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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