Comienza a ser, el de este año, un período de ausencias.
Sin hacer balances, debo decir que muy mucho se ha marchado, sobre todo en el
ámbito inmaterial, en lo intangible, en cuanto a sentimientos. Uno descubre lo
que merece la pena, lo que le ha otorgado la felicidad, lo que la ha disipado
igualmente, cuando pasa por trances más o menos esperados, más o menos
dolorosos, más o menos empáticos con la realidad circundante.
El destino nunca es caprichoso. Es lo que es: duro y
afable en función de los resultados, y, fundamentalmente, de las
circunstancias, que nos hacen ver lo que acontece con unos ojos u otros.
Dos pilares como las columnas de Hércules se han
marchado recientemente de este Valle, y han supuesto sendos mazazos en un
escenario que, aunque previsible, nos ha hecho tambalear. No obstante, seguimos
adelante por ellos, con su ejemplo, porque siempre los recordaremos con una
sonrisa, con mucho amor y por una entrega a los demás que supera utopías y
tópicos.
Sé positivamente que siguen ahí, que ahí continuarán,
con su calor, con su ternura, con su conocimiento, a través de sus hechos. Es
una suerte estar vivos y poder compartir lo aprendido con los seres queridos,
con los que nos marcaron el camino, que de algún modo nos acompañan también. A
ellos, a su esfuerzo, a la voluntad que nos legaron, a los anhelos de
superación, a los que nos aman, a los que persisten ante la adversidad, a
quienes en todo momento brindan una palabra amable y una sonrisa, les dedico el
día de hoy. Sé que no les puedo fallar, y no lo haré.
Juan
TOMÁS FRUTOS.
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