Nos inclinamos
hacia ese desván
en el que aprendemos
a amar,
y nos estimamos
con noticias de sinceras
caricias y razones
que nos llevan
a gozar
con lo mínimo,
con lo que nos permite avanzar
desde ángulos callados.
Nos destacamos
unos quehaceres que andan
en pos de las emotividades
que nos declaran
ese cariño con el que nos movemos
hacia el fin mismo
que recorre los espacios
que nos proponen
silencios y arreglos
con los que compartir
cuanto somos,
que es mucho y bueno.
Nos decantamos
por la alegría que nos devuelve
al equilibrio genuino
con el que fuimos personas.
Todo queda más claro.
Juan T.
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