Nos activamos
con lo más dichoso.
Nos encariñamos.
Suspiramos
ante el nuevo día,
que nos une.
Hacemos caso
a lo que sentimos
con promesas
que iremos cumpliendo
de una vez por todas,
otra vez, siempre.
Transformamos
lo que sentimos:
somos en los ideales
y entre suavidades
que nos llegan
con una máxima implicación.
Nos activamos:
nada nos puede parar.
Juan T.
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