Hace un
momento que era el amanecer, y ya es la tarde, ésa que nos engancha con el
compromiso en forma de riesgo y puede que de algo más. El ocaso asoma con sus
dudas.
No quieres verlo, y yo tampoco, pues admiro lo
que haces. Las batallas tienen el lado gris de la caída, del exterminio, de las
promesas rotas, con intención o sin ella. Nos debatimos en la incertidumbre.
Los baluartes de otros triunfos se esgrimen con
cautelosa soledad. No sabemos lo que ocurrirá. El mundo gira y frena sin
avisar.
Eres la estampa de lo divino en tierra. La
tocas, la arena, para saber de lo frágil, de lo fungible, que te inunda, como a
todos, aunque a ti de manera más visible.
Has estirado la vida muchas veces. Hoy toca otra
vez, y otra que se tercie, sí, y otra. De ahí el temor: los porcentajes y las
probabilidades empiezan a no salir, o a plantearse con distancia ilimitada.
Has experimentado antes ese tono de hoy, esa
ternura, ese dolor. Sigues. Ves, verás, que todo es posible. Lo será esta tarde
mientras aplaudimos y pensamos que hay una completa hilera de vacíos por
delante. Subirás un peldaño más.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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