viernes, 24 de julio de 2009

Los elementos claves de la comunicación, en la tauromaquia

Cada vez me gusta más el juego, más el juego con el arte, más lo artístico con las esencias del ser humano, más lo humano con todo cuanto acontece. Me explico. Vamos a hacer algunas analogías, con el máximo respeto, claro. Si tuviéramos que definir de alguna manera la fiesta taurina, seguramente, desde nuestra óptica periodística, bien podríamos calificarla como un acto de comunicación. Tenemos todos los ingredientes, todos los elementos, para significar el proceso que rodea a este fenómeno, a esta realidad, a esta fiesta, a esta entrega que es el toreo. Contamos con emisores y receptores, con papeles intercambiados, en forma de aficionados, de torero, de toro bravo, de testigos del acontecer en una tarde cualquiera. También está el canal y el contexto, en forma de plaza, de la iconografía previa y posterior a los lances. No faltan los códigos, los lenguajes, los metalenguajes, los gestos, la kinesia, la proxémica, las distancias…

No falta de nada para entender lo que ocurre, incluso a través del frenesí, del jaleo, del aplauso, de la algarabía o del silencio. Hay, igualmente, entendimiento, retroalimentación de todo el proceso, entre emisores y receptores, entre los que están, los que no vinieron, los que entienden, los que no, los que se acercan a la fiesta, lo que se alejan, los que la viven, los que la rechazan… Además, a todo ello se añade la leyenda, la pasión, el gusto, el imaginario individual y colectivo, y luego, siempre, más entusiasmo, más querencia, más ensalzamiento de lo espiritual, de la lucha entre los frentes ignotos del universo.

Precisamente, uno de los regalos que me ha dado mi etapa al frente de la Asociación de la Prensa es conocer a amigos que me han enseñado a vivir de cerca la fiesta de la tauromaquia. He aprendido algunos términos, he empezado a marcar diferencias entre unos y otros, entre estilos e interpretaciones de este sentimiento vivo y dinámico, y, sobre todo, he aprendido a entender lo que no es racional, sino antropológico, lo que es naturaleza completa y sin excentricidades, aunque, a veces, las haya. No se trata, amigos y amigas, de justificar nada, sino, como digo, de entender, de aprehender la realidad con todos sus matices, o con algunos de los principales.

Tengo, igualmente, la inmensa fortuna de conocer a gentes del mundo del toreo, la mayoría murcianos, que me envuelven con la magia de sus palabras, con la alegría desbordante de su profesión, que me participan en cada encuentro que tenemos. Los grados de aprendizaje son cada vez mayores gracias a su intercesión, tan diligente como sencilla. Los hechos son los hechos, y, como tales, sagrados, dicen los expertos norteamericanos en comunicación. Hay una especie de duende, de ángel, presente en el argot taurino, que debemos asumir para comprender con fidelidad esta fiesta.

A ello pueden contribuir libros como el que tiene el lector, o la lectora, en sus manos. El lenguaje, los asuntos tratados, las versiones, divertidas, amenas, elocuentes, plagadas de docencia, son testimonios y paradigmas para quienes conocen el mundo de los toros, y también para quienes desean adentrarse en él. El azar nos ha llevado a este punto de encuentro, como la dicha les llevó, a sus autores, a evolucionar hasta dar con estas investigaciones que ahora se presentan de manera conjunta. Hay un viento de jovialidad, parafraseando al poeta Miguel Hernández, en esa atmósfera que han sabido crear para nosotros/as. Por cierto, los autores más noveles (otros, como sabemos, están muy consolidados) “apuntan maneras”, según el lenguaje experto de los grandes aficionados. En este sentido es una obra que podemos y debemos aconsejar, y seguro que es el preámbulo de los muchos y diferentes libros que, en el marco de esta región, se irán publicando sobre el mundo del toro. Habrá que seguir apoyándolos para que contribuyan a superar muchos entuertos y desconocimientos. Hemos de remover algunas dificultades.

De mano de la sociedad, a la que nos debemos

Y surge esta obra, inmensa, grata, radiante, les cuento, en este primer año en el que aparecemos como Asociación de la Prensa de Murcia y como Colegio Oficial de Periodistas de Murcia, dos entidades en una, mezclando tradición y modernidad, la hermosura de la historia con un instrumento de trabajo más apegado a las necesidades de nuestro colectivo, amenazado y golpeado por la crisis doblemente, con despidos, con precariedad laboral, con una merma de las condiciones de trabajo que, a veces, redunda en la calidad de lo que hacemos. Hay mucha faena por delante, pero seguro que, juntos, podremos avanzar. Podemos y debemos. La sociedad puede ser, es, nuestra aliada, si somos capaces de motivarla aún más.

Finalmente, quiero saludar al público que nos recibe con los brazos abiertos cada día a través del trabajo cotidiano. Nos sentimos complacidos y realizados por ello. Sin lo que denomina el profesor José María Desantes Guanter “sujeto universal de la información”, esto es, la ciudadanía, los medios de comunicación y sus profesionales no somos nada. Nos debemos a ustedes, señoras y señores, y por eso nos ponemos, en una ocasión más, a su disposición. Queremos, y lo digo de corazón, oír sus voces, como queremos que sepan de las nuestras, de lo que sentimos, de cómo nos sentimos. La situación de los periodistas es manifiestamente mejorable, y habrá un momento en que, humildemente, les pidamos ayuda.

Por cierto, cuando quieran, nos pueden visitar: les cuento que estamos en la Gran Vía. Me refiero al Colegio Oficial de Periodistas. Como estamos para servirles, pueden hallar allí también su casa. Serán bienvenidos. Ahora y siempre. Hay multitud de ideas, de comentarios, de situaciones que queremos participarles. Son tan suyas como nuestras, tan de todos como el aire que respiramos. El derecho a la información es un bien general que tratamos de administrar de la mejor manera que podemos, para ustedes, por ustedes y con todos ustedes, sin olvidar que necesitamos su apoyo, su consideración y sus mimos diarios, así como sus críticas, si es el caso. Todo nos edifica, y por eso buscamos su complicidad y su entrega. La nuestra no deben ponerla en duda. Como diríamos manejando al argot taurino, ¡va por ustedes!

Juan TOMÁS FRUTOS.

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