Repartamos alegría siempre que podamos con el afán de un retorno que se puede hasta multiplicar. De no ser así, hemos de insistir, pues es lógico que perseveremos en los aspectos que más nos gustan y complacen. Veamos el lado de la hermosura siempre, o, al menos, intentemos contemplarlo.
Hemos de atender las preferencias con intuiciones más que estimulantes, con intereses reflejados en el afán más maravilloso. Sustentemos el amor con frutos que nos han de dar el impulso para que funcione la vida por todos sus costados.
Nos hemos de insertar en ese proceso que nos ha de ayudar a vivir con la tranquilidad de que el amor es la prioridad. Todo viene detrás de la buena mirada, de la óptima intención, de la búsqueda del otro, del reconocimiento empático.
Hemos de atrevernos a sentir, a vivir, a recuperar lo básico. Nos hemos de distraer con esos instantes de preferibles caricias que han de marchar por las sendas más impresionantes.
Revisemos lo que más nos gusta y demos una oportunidad a esos planes que nos han de permitir adelantar algunos pasos con el fin de mantener más fuertemente las virtudes y esas etapas que nos regalan felicidad en dosis más o menos grandes.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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