viernes, 4 de mayo de 2012

Tanto el viaje como la meta

Hemos de procurar existir dando notas de fundamento y de futuro en lo que concierne a lo básico. Superemos esos elementos que nos distraen, o que pueden hacerlo, y avancemos en los pronósticos y en los balances. Hagamos el mejor tanteo para proceder a las actuaciones más extraordinarias. El afán ha de ser el común de los seres humanos.

Contabilicemos las voluntades que añaden esos intangibles que nos permiten un aprendizaje y un decoro en lo que realizamos cada día. Abundemos en lo más hermoso para que los mensajes nos transformen desde la búsqueda de esa verdad coaligada y compartida con la visión atemperada y en equilibrio. Todos tenemos nuestras razones, y en ellas somos en un trasiego que nos emociona.

Instruyamos a nuestras mentes y a nuestros corazones para no perder un ápice de querencia. Hemos de tomar esos datos que nos sirven de contraste cuando todo tiene ese punto de destino donde podemos aprender a vivir. La paz consiste en que nadie se quede fuera, en que todos estemos pendientes de la flotación de esa nave que llamamos vida. Cuidemos todos los detalles y estemos pendientes del mantenimiento de cada elemento esencial.

Indaguemos en los hilos del discurrir cotidiano para ver la diversión que podemos gestar. Aprendamos desde el divertimento. Combinar la risa con la seriedad supone un maridaje que, cuando menos, persigue la perfección, que nunca es fruto de la casualidad.

Gustemos de los minutos, de los segundos, sin aceleraciones y sin estrés. Somos capaces y habilidosos para conseguir la felicidad, aunque no sea plena. En el intento ya hay mucha emoción, mucho entusiasmo. El viaje es tan crucial como la meta.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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