Nos convierte el sistema
en víctimas que se cruzan
por un umbral sin batallas.
Deberíamos conocer más y mejor
cuanto nos rodea
para que no se repitan los daños
habituales y los colaterales.
Calculemos lo justo
con generosidad y solidaridad,
y vayamos hacia ese umbral
que produce resúmenes de bondad infinita.
Nos hemos de mover hacia ese punto
donde tengamos sosiego e inteligencia.
Seamos con prestaciones y brillos
que nos hagan ser felices.
Todo lo hermoso es fruto de la felicidad:
vinculemos ambos conceptos
en la ida y el retorno, en todas direcciones,
y así seremos auténticos humanos.
Eso sí, no vale aquí,
ni en nada de valor,
que vayamos solos.
No dejemos que nos conviertan
en víctimas del sistema:
al menos digamos no.
Juan T.
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