Supongamos ese amor que todo lo hace realidad. No paremos ante los distingos que nos proponen asaltos sin dudas. Volvamos la vista atrás lo suficiente para aprender. Nada más. Construyamos puentes.
Calculemos lo que sucede con una voluntad de añadir mejorías. Todo es en la antesala que nos recorre un deseo o dos. Hemos de ser felices.
Despleguemos los instrumentos de ese poderío que ha de tantear las opciones con auténticas posibilidades de estimar lo que merece la pena. Para elegir hemos de conocer.
No permitamos que quede en la nada lo más valioso. No todo es cuestión de precios, por otro lado. Los avisos han de darse en las ocasiones más oportunas.
Los añadidos a la esperanza nos han de sacar de los instantes menos conocidos para envolverlos de pura pasión.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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