Singularizamos los espacios con unos trueques que saben a glorias divinas con las que confabularnos con el mundo.
No paremos las máquinas ahora que sabemos de qué va todo esto. Nos hemos de hallar sin culpabilidades. Las inclusiones de antaño nos sirven para amar.
No rompamos el camino del esfuerzo, del empeño, de la creencia en nosotros mismos. No sé si podremos esperar otro milagro, pero sé que lo intentaremos.
Las costumbres de años anteriores nos han de trasladar a los pacientes aires de una vuelta finita a la normalidad. Vayamos, por favor, sin provocaciones.
Nos debemos fiar de nuestras opciones, que son muchas y nuevas, cargadas de probabilidades acerca de un futuro prometedor. Nos debemos todo, mucho, la vida misma. Es justo que correspondamos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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