Todo te diré cuando nada te diga, y me resumiré en los esfuerzos cotidianos con tareas de creencias en nosotros mismos. No apaguemos nunca las llamas.
Nos alimentaremos de los egos que nos determinan, que conocemos, pero hemos de despejarlos para que no nos hagan daño. Podemos exprimir los anhelos. Seamos constantes.
Todo cuanto nos permite resistir ha de concluir con un alimento clave que nos de cuanto nos rescata con aclaraciones de géneros y de números diversos.
Nos iremos dando un poco más. Nos propondremos cartas de amor para impulsar el presente hacia el futuro más excelso.
Todo cuanto nos vino con aires de juventud ha de ser en la visión nocturna y en la diurna. Hemos cultivado el corazón y el conocimiento. No será a partes iguales, pero no faltará de nada.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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