Jugamos a vivir,
y nos enamoramos
de verdad,
casi por casualidad,
pero desde la ocasión sincera
aprovechada incluso en lo anecdótico.
Explicamos pretensiones
con ánimos reales
que nos fecundan
con figuraciones propias
y anhelantes de besos
y de abrazos fuertes.
Alegramos el día
con pasatiempos generosos
que nos inundan
de dicha y amistad.
Tenemos muchos motivos
para la jovialidad,
y para arriesgarnos a multiplicarla
y compartirla con los soles
de cada día,
que en ti son ese todo
que constituye lo más extraordinario.
Jugamos y vivimos,
lo cual ya es un triunfo.
Juan T.
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