Nos retrasamos,
y no por voluntad propia,
y soñamos,
aquí sí con deseos ardientes
de vernos,
aunque sea en ese mundo
que hemos creado
con toda la bondad posible.
Nos miramos
con almas y complicidades
que se adueñan
de las visitas al afán mayor,
que nos propone
transformaciones amables.
Hemos sabido desde siempre
que todo lo bueno
nos uniría en lo absoluto
y en lo relativo, con una afirmación
que nos conducirá y nos señalará
dónde ir y algún porqué.
Ha merecido la pena esperar.
Juan T.
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