Nos disputamos
ese deseo que nos hace ganar
a los dos por siempre.
Nos declaramos
en esa pugna amorosa
que nos acepta
como somos, un poco más,
con besos y abrazos
sencillos, fuertes, que apuesten
por inclinaciones destacadas,
previsibles, calmadas,
con cosechas y frutos
de caricias que descuellan
en el punto soñado.
Nos pensamos una vez más:
ya estamos a un paso
de la realidad creíble.
Lo de antes es ahora,
y ahora vamos hacia el infinito
de esa felicidad que nos ama
con recuerdos y hechos
cargados de equilibrio
y de beneficios sugerentes
entre desarrollos de paz.
Nos abrazamos.
Juan T.
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