Dedicamos la memoria
a recuerdos que nos hicieron felices,
y dejamos, así,
que el tiempo nos desfase.
Meditamos entre sueños
que nos colocan
donde queremos,
o eso pensamos,
y aceleramos el paso
con una pasión que alimentará
cuanto tuvo sentido.
Reflejamos los recurrentes deseos
con una voluntad querida
que nos deja ubicación
donde los sentimientos adquieren
sentido y realidad.
Ahora toca, desde el amor,
vivir el presente
con sus ecos y futuros.
Hay mucho que vivir.
¡Disfrutemos de nuestra humanidad!
Es lo único verdadero
que quedará como herencia
y testimonio de lo que fuimos
Juan T.
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