Es una suerte amar, tener a alguien a quien admirar, estimar, querer en un sentido extenso, amplio, lleno de matices.
Y es una fortuna contar con personas loadas en un entorno próximo. Poderlas ver, hablar, interactuar, sentir, creando el genuino sentido de la vida con el centro de nuestras caricias como referencias para entender ese deambular que adquiere rumbo certero por las comunicaciones constantes con quienes amamos.
A veces vemos como sencillo lo que para otros es ir cuesta arriba. Es tan grande el cariño que se siente cuanto se tiene de verdad que, si lo pensáramos con hondura, nos daría vértigo. Ciertamente, nos da ese "mareo" en ocasiones por la espiritualidad que supone.
Y en esta mañana miro a los seres amados, y me pregunto qué hecho para que estén a mi lado. Y sumo muchos. Los amigos son igualmente un regalo. Están ahí, en las grandes ocasiones, y también en las pequeñas, en esa intra-historia que nos brinda unos itinerarios de aprendizajes singulares y apuestos, con donaire y con belleza.
La unión que nos procura el amor nos hace más fuertes, sobre todo si no hay dependencias extrañas. Con este motor, el del amor, iniciamos una jornada que otorga lo posible y lo imposible. ¡Vamos hacia delante!
Juan TOMÁS FRUTOS.
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